Cooperación Catalana, Año Cero

En català a http://www.ara.cat/premium/opinio/Cooperacio-catalana-any-zero_0_990500941.html

La semana pasada se aprobaba el proyecto de Ley de Acción Exterior, con el que se pretende articular y potenciar la presencia de Cataluña en el mundo. A pesar de los esfuerzos de la sociedad civil con proyección internacional en construir y presentar luego en el Parlament un Pacto Nacional para la Acción Exterior, su participación en la redacción de la norma ha sido menospreciada. Algo parecido a hacer una ley de empleo sin contar con los sindicatos.

Todo ello es un síntoma más de una nueva etapa que seguramente comenzó en junio del 2012 , cuando un puñado de entidades se encerró en la sede de la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo ( ACCD ) para reclamar un compromiso en firme por parte de la Generalidad para que hiciera frente a los programas de cooperación aprobados por el anterior gobierno .
Ese momento fue, probablemente, un punto de no retorno, visto ahora con cierta perspectiva. Las entidades que nos dedicamos a trabajar en la construcción de paz, derechos humanos y desarrollo lo hemos hecho durante muchos años en una estrecha colaboración con la administración. La masiva movilización de mediados de los noventa para que la cooperación se convirtiera en una política pública dio sus frutos durante la pasada década, y la construcción de esta política pública generó un diálogo fluido, nunca exento de disenso pero con la confianza de que las administraciones catalana y española siempre avanzarían, con más o menos velocidad y acierto.

En la cruzada contra el Estado del Bienestar a la que ha dado coartada la crisis, la cooperación ha convertido también en un objetivo, por activa o por pasiva. Y no es un tema puramente de derechas e izquierdas, en este año de travesía por el desierto hemos visto cómo un gobierno poco " subversivo " como el de Cameron, dedicaba el simbólico 0,7% de su presupuesto a cooperación. Probablemente no estaremos de acuerdo en cómo se gasta sus libras el Foreign Office, pero es evidente que esta política pública allí no se está desguazando .
De discutir el cómo, pasamos a discutir el qué: alguien había hecho números y la cooperación no merecía ni salir en los folletos de campaña. En noviembre, justo antes de las elecciones catalanas, planteamos una declaración y un acto público para reivindicar la cooperación como política pública, donde cientos de entidades se adhirieron, entre ellas colegios profesionales, sindicatos y universidades. Semanas después, el nuevo gobierno nos pidió diálogo y colaboración en un extraño ejercicio de funambulismo: por un lado insistía en nuestra importancia y en el que nunca se dejaría de lado la cooperación, y por el otro ya había empezado a desarrollar el Diplocat (el nuevo instrumento para la diplomacia catalana) y su estrategia exterior, sin contar con los que trabajamos fuera. Continuaba la falta de compromisos para liquidar la deuda con las entidades, "que había adquirido irresponsablemente otro gobierno" . Pero sí habría margen para dar a conocer en todo el proceso de transición nacional , "porque se debe atender a lo que pide la gente" , lisa y llanamente . No discutiremos ahora la proyección internacional que en Cataluña se quiere dar al derecho a decidir, pero que apruebe las tournées de responsables de la ACCD a países sin vínculos como Guinea Conakry es, cuando menos, muy dudoso . Y más si es con objetivos de promoción empresarial .

La confianza se terminó de romper: las presiones y falsedades con que las entidades fuimos acosadas para modificar los convenios de 2010 nos obligaron a plantear un proceso judicial. Además, pedimos la dimisión del director de la ACCD , aunque quizás hay que mirar más arriba, el Plan de Gobierno 2013-16 sólo menciona la cooperación para indicar que hay que tener un presupuesto. Cero también es un presupuesto, y los despidos no dejan de encadenarse a una menguante y cada vez con menos sentido ACCD: hace poco un responsable sectorial me confirmaba que había sido reubicado como técnico de un área geográfica que prácticamente no conocía.

Hay que afrontar el nuevo escenario, evidentemente. En un gesto político y de coherencia, las federaciones de Paz , Derechos Humanos y Desarrollo se han unido en una sola. Desgraciadamente a esta Asamblea Internacionalista Catalana se le acumula el trabajo a diario: conflictos como el de Siria , violaciones de los derechos de las mujeres en el Congo o países sin ley de agua como El Salvador. Es a esto a lo que nos referimos cuando hablamos de cooperación, no a hacer caridad en tiempos de bonanza ni a buscar retornos económicos cuando hay crisis. La sociedad civil prefiere destinar los 38 millones de euros anuales que cuesta la misión militar española en Mali a hacer un país justo y en paz , no una paz de pacotilla para proteger la explotación de recursos naturales a manos europeas . ¿O no ?
Aún debe aprobarse en el Parlamento, con la Ley de Acción Exterior se abre una oportunidad para empezar a hacer las cosas de una manera diferente desde Cataluña, poniendo la justicia y la equidad al frente de nuestros objetivos como sociedad . No lo desperdiciemos.

Miquel Carrillo

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